El barrio donde se ubicaba nuestro hotel era un hervidero de turistas, en general perrofláuticos atemperados o "alternativos". Rastas y camisas de cáñamo con los ojos de Buda estaban a la orden del día. Entre estas laberínticas y atestadas calles, los cazadores de turistas, una oleada de vendedores ambulantes, supuestos guías y organizadores de excursiones. Descubrimos las maravillosas virtudes del bálsamo de tigre, esa pasta similar al Vix Vaporub, pero que además limpia las fosas nasales, rejuvenece la piel, elimina malos olores, atrae la suerte y tonifica la musculatura. Es la nueva Panacea (despúes de la baba de caracol que repara el ADN y el aloe vera). Y había flautas como la que tocaba Krishna, hechas con madera de sándalo (¿o madera normal barnizada?), y todos nos querían enseñar la ciudad, y no podías pararte porque eras un blanco fácil. Recogimos montones de tarjetas de guías locales y organizadores de excursiones, y por fin, llegamos a la plaza Durbar (o Hannuman Doka), donde por ser extranjeros, tuvimos que pagar (no importa, tampoco se paga mucho, y la verdad es que la plaza es una auténtica pasada, es patrimonio de la humanidad de la UNESCO, y con una vez que pagues puedes entrar indefinidamente durante todo el tiempo que estés allí, así que de algún modo hay que ayudarles a mantener aquello, que no tiene que ser barato, porque la concentración de templos, y el detalle que tienen es brutal). Y allí, en la taquilla voces que suenan familiares, no eran españoles, eran una pareja de muchachas holandesas. 

De día la cosa cambia, innumerables templos-pagoda de enmarañadas tallas en madera, dedicados a innumerables dioses de innumerables brazos aparecían por doquier. Al fondo, entre la contaminación, las montañas. La gente se subía a la parte de arriba para alejarse del bullicio y recibir algo de aire fresco, y allí estaban.
El ambiente era agobiante, los vendedores y guías nos perseguían, y nos daba corte subirnos a los templos porque parecía que sólo los locales lo hacían. Nosotros éramos extranjeros y aún no sabíamos cómo les sentaría que nos subiéramos a sus lugares sagrados, como si fueran una atracción. Además, era importante recorrerlos en sentido horario y a veces era complicado si te encontrabas entre dos templos...
Tras visitar el centro y regresar al hotel para alejarnos del bullicio (y comernos los bocadillos que aún quedaban en la mochila), decidimos visitar Pashupatinath, un lugar sagrado en las afueras que consta de:
1) Crematorios en fila para clase alta y el resto, con salida al río Bagmati (subafluente del Ganges) Inciso: curiosamente, los crematorios de los ricos estaban más aguas abajo.... Se nos olvidaba mencionar que en la tradición hindú el ritual funerario incluye cremación excepto en los casos de mujeres embarazadas, Sadhus (hombres santos) y leprosos (mmm) que son arrojados al río sagrado sin incinerar. El río despide un olor profundamente hediondo y el agua es espesa y turbia. Bolsas de basura enganchadas en las orillas dibujan el cauce... ¿cómo será la situación más cerca de la desembocadura?
2) Casa de los ancianos donde los ancianos que piensan que van-a-morir pronto se van-a-vivir hasta que les llegue el momento para estar cerca del lugar sagrado.
3) Templo donde sólo permiten la entrada a hindúes, de doradas paredes y tejados. Según la tradición, cuando aquel lugar sólo era bosques y prados, un pastor notó que una de sus vacas dejaba de dar leche, y tras seguirla por el bosque, descubrió que al llegar a una roca, las ubres se vaciaban sobre ésta, de forma misteriosa. El hombre, irritado, partió la roca con un martillo, la cual empezó a sangrar. En ese momento, el monarca despertó de una pesadilla que le indicó que tenía que encontrar la roca sangrante y edificar el templo sobre ella. Al parecer la roca sigue dentro, pero ya no sangra.
El ambiente era agobiante, los vendedores y guías nos perseguían, y nos daba corte subirnos a los templos porque parecía que sólo los locales lo hacían. Nosotros éramos extranjeros y aún no sabíamos cómo les sentaría que nos subiéramos a sus lugares sagrados, como si fueran una atracción. Además, era importante recorrerlos en sentido horario y a veces era complicado si te encontrabas entre dos templos...
Tras visitar el centro y regresar al hotel para alejarnos del bullicio (y comernos los bocadillos que aún quedaban en la mochila), decidimos visitar Pashupatinath, un lugar sagrado en las afueras que consta de:
1) Crematorios en fila para clase alta y el resto, con salida al río Bagmati (subafluente del Ganges) Inciso: curiosamente, los crematorios de los ricos estaban más aguas abajo.... Se nos olvidaba mencionar que en la tradición hindú el ritual funerario incluye cremación excepto en los casos de mujeres embarazadas, Sadhus (hombres santos) y leprosos (mmm) que son arrojados al río sagrado sin incinerar. El río despide un olor profundamente hediondo y el agua es espesa y turbia. Bolsas de basura enganchadas en las orillas dibujan el cauce... ¿cómo será la situación más cerca de la desembocadura?
2) Casa de los ancianos donde los ancianos que piensan que van-a-morir pronto se van-a-vivir hasta que les llegue el momento para estar cerca del lugar sagrado.
3) Templo donde sólo permiten la entrada a hindúes, de doradas paredes y tejados. Según la tradición, cuando aquel lugar sólo era bosques y prados, un pastor notó que una de sus vacas dejaba de dar leche, y tras seguirla por el bosque, descubrió que al llegar a una roca, las ubres se vaciaban sobre ésta, de forma misteriosa. El hombre, irritado, partió la roca con un martillo, la cual empezó a sangrar. En ese momento, el monarca despertó de una pesadilla que le indicó que tenía que encontrar la roca sangrante y edificar el templo sobre ella. Al parecer la roca sigue dentro, pero ya no sangra.
4) Sadhus u hombres santos (no sabemos si de verdad o más para turistas), uno de los cuales se alimenta exclusivamente de leche desde hace 30 años. Su historia está pintada en los muros con modernos graffiti y puedes ver cómo se bañó en un lago sagrado, fue a un templo sagrado, meditó en una roca sagrada... a él lo representan de color lechoso (¿lácteo?) en contraste con la piel más morena de los hindúes, pero como no estaba en casa, no pudimos verlo...

Pashupatinath es el espiritú guardian y el templo más sagrado de Shiva en Nepal. El nombre significa el señor de todos los seres vivos del universo, de las palabras Pashu: seres vivos, y Pati: señor.
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